23 de junio de 2009

monólogo1

Según la apertura al Espíritu Santo que nos indica y nos ubica, uno se da cuenta de su obra. Por ejemplo, una canción que aprende en algún encuentro espiritual. La aprendés de memoria y sin saber porqué tantas veces se repite en tu mente. De golpe tendrás una oportunidad de encontrar con alguien que te viene a contar su angustia o problema y ponés a cantar aquella canción. Resulta que esa persona ya la conocía desde antes, además fue una canción más consoladora para esa persona así fortalecés de una manera inesperadamente maravillosa. Pero es que fuiste instrumento de Aquel que reina la hisotria, y no fue tu éxito. Él te puso en este tiempo esta melodía y a aquella persona en otro timepo para que hoy pudieran ver juntos porqué se quedaba en su mente esa canción espiritual.
Dios es el Dios de la historia. Podrás tener alguna angustia o fracaso en el día de hoy, pero él sabe cuándo lo ocupa para el bien de tu alma y de los demás. No experimentás nada sólo por tu cuenta, sino siempre cualquier experiencia está a la disposición para servir al encuentro con alguien de una manera asombrosa, muchas veces sanadora.
"Tú me alegras, Señor, con tus acciones, cantaré jubiloso por la obra de tus manos. ¡Qué grandes son tus obras, Señor, qué profundos tus designios! El hombre insensato no conoce y el necio no entiende estas cosas" (Salmo 92,5-7)

No hay comentarios.:

Publicar un comentario