La vocación crece como una planta. No es que cuando entra en el seminario ya está completo. Hay que cuidarlo con delicadeza y con los elementos necesarios como el sol, las aguas, la tierra, abono y de todo para poder ofrecer los frutos a los que tienen necesidad de ellos, sino se seca y se marchita. Igual para los papás. No se convierten a 100 % papá y mamá cuando nace un bebe, sino mientras viven con sus hijos, desafían por ellos, se juegan por ellos, su vocación de ser papá y mamá va madurando.
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